Dice Juan Pablo II en "Reconciliación y penitencia " que la ausencia de conciencia de pecado, propia de las conciencias que están como "llenas de callos" en el mundo de hoy , nace de la ausencia en el corazón de los hombres de la conciencia de Dios.
Si falta la conciencia de Dios, falta lo más importante de la vida. Carecemos del sentido de lo trascendente , de un camino y proyecto de superación espiritual . Por lo tanto todo " está bien" , poco hay que cambiar.
Esta manera de considerar nuestra vida es falsa. Es una forma de demorar la transformación y el cambio. Una manera de anestesiarnos.
Cuando tenemos conciencia de Dios , con dolor podemos darnos cuenta de la distancia entre nuestras acciones y lo que deberían ser.
La conciencia sana de nuestras propias debilidades es aquella que nos ofrece la Palabra del Evangelio y la que nos regala Jesús en su encuentro con los pecadores ( todos nosotros hoy).
Jesús es muy claro en su misericordia . Dice : "Quién te culpa?. Nadie, yo tampoco" . Pero también es claro en su indicación :"Vete y no peques más ".
Nos dice , yo te perdono pero buscá la manera de cambiar de vida , caminá por un lugar donde verdaderamente puedas encontrar un nuevo rumbo.
Jesús es quien nos libra del pecado que interiormente nos oprime el corazón , nos opaca y entristece . Pero además nos ofrece un camino para cambiar, nos invita a caminar y nos acompaña en ese camino.
Este tiemppo en que nos aproximamos a la Cuaresma puede ser el más propicio para iniciar un camino de mayor acercamiento a Dios y de cambio y crecimiento espiritual paulatino
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